La manecillas del reloj empezaron a moverse lento haciendo eterno el tiempo, 3:00 de la
tarde y Darla esperaba ansiosa el resultado de su prueba de embarazo. Mientras las
lágrimas rodaban por su mejilla y el desespero invadía su cuerpo pensaba en diferentes
alternativas a tomar de acuerdo al resultado del test. El aborto era la opción que se
repetía continuamente en su lista.
Los 15 minutos que duró el análisis de los resultados fueron eternos. Se abrieron las
puertas del consultorio y le entregaron un sobre que cambiaría por completo su vida y le
transformaría toda concepción del mundo. Las manos le sudaban y temblaban tan rápido
que abrir un simple sobre se convirtió en una hazaña, poco a poco empezó a sacar la hoja
que estaba adentro y solo logró leer una palabra “positivo”. Darla se quebró, lloraba como
una niña pequeña cuando se le pierde un juguete. Solo podía pensar en cientos de
preguntas que cruzaban su cabeza y hacían que sus ojos se inundaran. ¿Qué hacer?
¿Cómo abortar? Desde ese momento su vida cambiaria, el mundo se vendría encima a
juzgarla por la decisión que, desde antes de conocer el resultado, ya había tomado.
Desde muy pequeña Darla había decidido no ser mamá, no quería tener en su vida una
responsabilidad tan grande y difícil de sobrellevar. Entre sus planes siempre estaba viajar
y conocer diversas culturas y sobre todo hacer respetar su cultura negra. Ella deseaba
estudiar, tener un profesión, un sueño que estaba a pocos días de cumplirse, pues
iniciaría sus estudios universitarios. A sus 20 años tener un hijo no era una opción, era un
obstáculo para continuar con su vida, sus sueños y anhelos, además ser mamá era una
tarea que no estaba dispuesta a realizar en su vida.
Al salir del laboratorio clínico, sentía que el mundo la miraba de manera que supieran lo
que estaba sucediendo y la tormenta que se avecinaba. Las miradas transmitían odio,
enlistándola como una asesina, como si tuviera un letrero en su frente que dijera ¡Voy a
abortar! Seguía caminando esforzándose por entender la magnitud del asunto y pensando
las diferentes manera que usaría para contarle al padre de su futuro hijo, con quien no
sostenía una relación. Todo sucedió en una noche de copas.
Eduardo era ese amor eterno, platónico, imposible, inadecuado y prohibido que
enloquecía por completo a Darla. Cada vez que visitaba su pueblo y lo veía sus manos,
su cuerpo y cintura temblaban de alegría y nerviosismo. Si le hablaba o saluda de beso en
la mejilla, su mente se maravillaba y se imaginaba las más locas y perfectas historias de
amor, de esas eternas que muestran en aquellas novelas en televisión o en los libros.
Pero sus más profundos deseos se revestían de seducción y se imaginaban por completo
a ese hombre tocando su cuerpo.
Finalizando el 2014 en plenas fiestas decembrinas Darla viaja a Arenal, Sur de Bolívar
lugar donde vive toda su familia y donde tiene a los mejores amigos y cómplices, lugar
donde vive Eduardo su amor eterno. Al llegar allí sus ansias se resumen en verlo a él, su
familia estaba en otro plano, ellos esperarían. Sin embargo, pasan varios días y el
muchacho no aparece no hay rastro de él.
A los pocos días, la espera termina. El 04 de enero apareció su príncipe mientras ella
compartía en un bar con sus primos. Él con una mirada la desarmo, la cautivo y juntos
hicieron de esa noche algo inolvidable. La magia del amor, del placer y de las estrellas
fueron testigos de cómo dos cuerpos se entregaban convirtiéndose en un solo ser. El
mundo desapareció, los miedos se quedaron en la ropa y la prevención en el aire.
Dos días más tarde Darla regreso a su ciudad a Bogotá, con una sonrisa en el rostro, con
la energía que merece un año nuevo y con un futuro inesperado. Quince días más tarde la
trágica noticia acabaría con la esperanza, con el romance mágico, con el amor que nunca
existió gracias a ese hilo rojo que jamás los unió. Este acontecimiento acabaría con la
conciencia inocente de una mujer que enfrentaría sola la decisión más importante de su
vida.
Luego de recorrer las calles del centro de Bogotá, en una tarde calurosa y brillante. Una
oscuridad invadía su cuerpo. Volvió a su trabajo pálida, con el alma rota y el corazón
afligido, era inevitable que alguien lo pasara por alto. Millones de preguntas empezaron a
invadir su cabeza. ¿Estas enferma?- ¿Te sientes bien?- ¿Necesitas ayuda? No había
refugio claro debía tomar una decisión o tantas preguntas acabarían de romperla.
Con la poca fuerza que le quedaba les contó a dos de sus compañeros de trabajo,
aquellos a quienes tenía confianza y profundo cariño. Lo único que pudo decir fue “Estoy
embarazada y abortare. ¿Tienen dinero que puedan prestarme?”. Sus compañeros
sorprendidos con la noticia, no dudaron en apoyarle. Accedieron a prestar el dinero y
ayudarla a buscar el método adecuado para realizarlo, pues veían en ella una joven
soñadora, emprendedora y con metas claras, pensaban que un bebé podría obstaculizar
su ingreso a la universidad. Sus compañeros ante el asombro solo pudieron preguntar
¿Cuánto tiempo tienes de gestación? Ella responde 15 días de embarazo.
Darla sabía que debía informarle al padre de su futuro hijo la decisión que tomaría. A
pesar de que este hombre insistió en que permitiera la gestación del bebé y
posteriormente le entregara su hijo. - “Si no quieres ser mamá, perfecto. Deja que se
geste en tu vientre y yo me hare cargo, tú me lo entregas y te olvidas de él y de mi” - dijo
Eduardo. – “Como si un hijo fuese algo que se regala fácilmente”. - aclara Darla.
Cansada del día que estaba llevando, llega a su casa y entre lágrimas y sollozos, busca
aliviar sus cargas y encontrar un nuevo apoyo en los brazos de su madre. Para su
sorpresa, la mujer que le dio la vida al escuchar la pequeña y trágica novela en la que se
estaba convirtiendo su vida, la abrazo y apoyo con todo el miedo que implicaba. Solo
confiaba en la seguridad de su hija y en que nunca se arrepentiría de lo que haría.
Al cabo de dos días, una llamada alentadora cambiaría por un momento la angustia y el
miedo con el que estaba viviendo en una felicidad pasajera, encontró la pastilla mágica
que según ella sería la solución a su tormenta. Cytotec - Misoprostol se convertiría en esa
luz que la llevaría a la salida del túnel, pero que también le causaría dolores imborrables.
Cuatro pastillas harían de su camino un sendero rocoso, lleno de huecos y abismos.
Darla tuvo que ir hasta Soacha a comprar las pastillas, aunque este método se considera
seguro y legal para la interrupción de embarazos su distribución debe darse con formula
médica, es por esta razón que Darla debió ir tan lejos para adquirirlas pues en este lugar
le vendían sin necesidad de tener una formula. Así que, después de caminar varias
cuadras, encontró a la persona que sería la encargada de explicarle como debía utilizar
las pastillas para que fuera efectivo el procedimiento.
Al enfrentarse cara a cara con el distribuidor, empieza a sentir nervios y mucho miedo. Un
hueco se forma en su estómago y el cosquilleo nervioso la invade, solo quería que todo
saliera bien. Darla debía tomarse vía oral dos de las pastillas, simultáneamente, debía
introducir las otras dos pastillas intravaginal y mantener sus piernas alzadas durante una
hora y de esta forma evitar que se salieran. “Luego de realizar estos dos procedimientos
los dolores empezaran a atacar en pocos minutos, inician tipo cólico y se irán
incrementando acompañados de un sangrado abundante.” – le dijo el vendedor,
aclarando que los efectos son diversos en cada organismo.
Luego de una charla larga y descriptiva, la atemorizada joven emprende su viaje hacia
casa, rogando que los efectos secundarios de su pastilla mágica no fueran tan fuertes y
que obtuviera un resultado efectivo. Mientras iba en el bus camino a su hogar empezó a
imaginar diferentes escenarios de su vida, vislumbrando las diversas consecuencias y
beneficios que traería su decisión. Su vida daría giros radicales, no volvería a ser la
misma, su mente y cuerpo cambiarían drásticamente. La universidad era su prioridad y
motivación, pues imaginarse graduada era su mayor impulso.
El viaje era largo hasta su destino, pero sus pensamientos hicieron de ese recorrido algo
corto y rápido. El bus se detuvo, había llegado a su casa a cumplir con un propósito de
vida. Al cruzar la puerta daría inicio a la noche más recordada de su vida, aunque quisiese
borrarlo de su mente, de su alma o del corazón lo que iba a realizar le dejaría una huella
imborrable que le seguiría cada paso.
Ingreso a su casa, su madre la esperaba con un delicioso almuerzo, los nervios no le
permitieron ingerir ningún alimento, lo único que deseaba era que callera la noche para
llenar ese vacío en el estómago que no la dejaba tranquila, intuía que al terminar ese
proceso ese hueco desaparecería. Podría haber eliminado ese miedo de inmediato, pero
quería esperar que la oscuridad invadiera el mundo al llegar silencio tenebroso de la luna
quien sería la única testigo de la despedida más dolorosa.
Las horas pasaron aún más lento que en la espera del resultado. Las horas se
convirtieron en segundos. ¡Tic, tac! era lo único que escuchaba, acompañada de la voz de
su conciencia que le daba pequeñas frases animándola. Llego la hora, su madre se
acostó con la angustia en su corazón, no era una noche normal. Darla bajo por un vaso
de agua, regreso a su habitación e inicio la labor.
No se oía nada más que los rápidos latidos de su corazón. Ingirió las dos pastillas, bajo
poco a poco su ropa interior y se introdujo suavemente las otras en su vagina, (mientras
tanto en su mente rogaba que toda funcionaria). Inmediatamente alzo sus piernas y en cuestión de segundos su cuerpo empezó a manifestarle el dolor haciéndola retorcer y
derramar lágrimas de sangre.
Darla empezó a entender que el tiempo en su vida era largo, todo en cuestión de
semanas se había hecho lento, desesperante y agobiador. Durante esa hora con sus
piernas alzadas, recordaba esa pequeña historia de amor con Eduardo y culpaba a la
distancia de su desdicha. Los dolores le hacían regresar al presente la sangre empezó a
bajar abundantemente. Rápidamente, se levanta y camina hacia al baño temblorosa, se
sienta en el inodoro mientras ahoga sollozos para que nadie la escuche. Cansada y débil
empieza expulsar grandes cantidades de sangre acompañados de coágulos, haciéndole
entender que el método está funcionando.
Paso gran parte de la noche sentada allí, lo que le permitió hacer un recorrido por esos
días difíciles que había pasado y recordó que no solo el retraso en su regla la habían
llevado a pensar en un posible embarazo, sino que durante esos quince días había
presentado una serie de antojos y nauseas que hasta ese momento le hicieron entender
que eran señales que nunca tuvo en cuenta.
La fría mañana empezó a acariciarle la cara mientras reunía fuerzas para salir. La
inolvidable noche la había dejado agotada, el sangrado había disminuido y seguía
sintiendo ese dolor tipo cólico a lo que concluyo eran contracciones, como las de un parto.
Sentía nauseas, a pesar de que el vacío nervioso había desaparecido durante la cita con
su cuerpo, se sentía mareada y con poco ánimo para salir de su casa. Se llenó de valor,
saco fuerzas desde la convicción de que todo había salido bien, estaba segura de que su
pastilla mágica había realizo el mejor truco con su petición.
Salió de casa, cerro su puerta y encerrada dejo la culpabilidad. Se sentía libre, aunque
llena de melancolía, sin aun poder creerse lo que había hecho. Constantemente se
repetía así misma para darse ánimo, “las decisiones se asumen y las consecuencias se
reciben con brazos abiertos.”
Se suponía que la culpabilidad había quedado encerrada, sin embargo, encontró las
llaves para salir y la atrapo camino a su trabajo. Llego a la oficina rota, en pedazos llenos
de dolor físico, pero aun mayor era ese dolor psicológico que no la dejaba tranquila y
empezó a hacerla cuestionar de su decisión. Ya no había reversa, la tarea había quedo
hecha
Realizó las actividades en su trabajo como pudo, sin animo he intentado poner la mejor
cara para sus compañeros. Intentando que cada segundo que transcurría en el día sus
pensamientos le permitieran reconstruirse y dejar a un lado la tortura que le estaba
ocasionando el haber abortado.
Salió temprano de la oficina, anduvo por las calles de Bogotá, esta vez no le importa si la
gente la veía culpable de sus actos, solo quería entender porque la seguridad en su
decisión se había hecho trizas. A partir de ese momento, horas después de haber
abortado la depresión golpeo a su puerta y Darla amablemente la dejo seguir permitiendo
que acompañara la soledad que en pocas harás había adquirido. Juntas empezaron a hacer de la vida de Darla una tormenta eléctrica que no se detenía e inundaron todos los
rincones de su alma y de su cuerpo. No le dejaron alternativa la sumergieron en un llanto
constante.
Pasaron varios días, ingreso a la universidad y junto a sus nuevos compañeros se dio el
lujo de olvidarse por pequeños momentos de la amargura en la que vivía. Entre risas
pasajeras y abrazos fraternales empezó a romper poco a poco las cadenas que la
amarraban por completo a la soledad. En sus estudios empezó a destacarse y a
demostrarse que había una elección correcta y que si sonreía era a causa de las
experiencias maravillosas que la época universitaria le estaba regalando.
A pesar de empezar a llenar nuevamente un hueco que apareció en su vida, esta vez no
por nervios, sino por soledad sentía que le hacía falta alguien que le brindara carisias
apasionas y la hiciera sentir única, pues la amistad no está derrotando a la depresión en
la batalla silenciosa.
Pasaron seis meses y su vida no encontraba un nuevo camino ante la situación
desconsolada. Pero en el momento en que menos lo espero llego un nuevo miembro que
hizo que su vida diera un giro de 180 grados. Llego un hombre que le devolvería la vida y
la sacaría de aquella tumba de sufrimiento en la que dormía todas sus noches. Le regreso
la calma y la esperanza. El amor siempre triunfa
Aunque las huellas de su decisión la persiguen y no la dejan tranquila, pues hay noches
en que la tormenta regresa. Sin embargo, hay un arcoíris que lucha constantemente en
unir las situaciones de su vida, dándose el lujo de transformar los colores para iluminar las
situaciones y haciendo que la carga se alivie un poco.
No hay reversa en las decisiones, un aborto debe mantener la seguridad y la claridad del
asunto, no se debe tomar como un juego. La depresión es una consecuencia, pero salir
de ella es una nueva elección. Ahora Darla, intenta dejar esa situación como una
transición en su vida que la volvió fuerte y que espera no repetir jamás. A raíz de esto
guarda en su corazón y en su mente esta frase que guía constantemente su vida sexual.
“Usted puede tener sexo de la manera que quiera, con quien quiera, pero siempre hágalo
de manera responsable”.
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